El siervo de Jehová por Walter T. Bevan

        En cierto sentido, podemos llamar a Cristo “El Siervo de Jehová», aunque, por naturaleza, es EL HIJO DE DIOS, co-igual con Dios en todo, pero, para ciertos propósitos, se hizo siervo; para nuestra salvación y a fin de ser el agente por el cual se cumpliría la voluntad y los propósitos de Dios, El Hijo de Dios se hizo el Siervo-Esclavo. Ha habido mucha controversia acerca de este título, algunos tomándolo como refiriéndose a la nación de Israel, otros como una representación espiritual del Israel ideal; hay veces, ciertamente, que  se refiere a Ciro y a Israel Isaías 44:1-2 Isaías 44:28; Isaías 45:1 , pero, cualquiera interpretación que no da tal título al Mesías, es completamente inadecuada. En el sentido absoluto solamente se refiere al Cristo; se trata, pues, de un Siervo de Jehová personal, y esta Persona es Cristo. Pudiera haber habido cumplimientos parciales en la historia por medio de otros libramientos, pues el Señor ha buscado en todas las épocas siervos que cumplirían sus propósitos de amor entre las naciones.

         Hay tres lugares en la Biblia donde la verdad acerca del Siervo de Jehová está destacada en forma sobresaliente. En la profecía de Isaías; en Filipenses 2 (el anonadamieto por el cual el Hijo de Dios se hizo el Siervo-esclavo), y en el evangelio según Marcos, en el cual, en una manera especial, tenemos el retrato del siervo fielmente presentado; pero tenemos que ocuparnos solamente con la profecía de Isaías, el profeta del Siervo de Jehová.

        Hay cuatro pasajes que tratan del tema en una manera especial:   Isaías 42:1-9; Isaías 49:1-9; Isaías 50:4-9; Isaías 52:13 Isaías 53:12, y, en una manera general, en ellos tenemos: su Oficio, su Obra, su Obediencia y confianza y su Oprobio, ofrenda y victoria.

1. El Siervo de Jehová y su oficio. Isaías 42:1-9 . He aquí, el perfecto siervo que cumplirá el propósito por el cual ha sido llamado. Notemos tres relaciones o características, a) para con Dios. Es el Escogido y bien amado de Jehová Mateo 12:17 , sostenido por el Padre y el objeto de su constante gozo Juan 6:57; Mateo 3:17; Mateo 17:5, y quien, en su capacidad de siervo, obra en toda la plenitud del Santo Espíritu. b) Para consigo mismo. No buscará prominencia, es tierno y no hace propaganda ruidosa de sí mismo. El ministerio de Cristo fue caracterizado por la quietud y la ausencia de todo lo que el hombre considera esencial para establecer un reino. c) Para con la humanidad. Trata con los arrepentidos con amor, y, por débil que sea su fe, aunque a punto de apagarse, soplará sobre ella para animarla. Pero él no es débil en Sí (3-4), ya que no tiene parte alguna en la maldad que vino a sanar, pues su humanidad está libre de todo pecado; él nunca podrá ser más bueno de lo que siempre ha sido, ya que es eternamente perfecto, y, aunque en el día de su gracia, él es paciente, en el día de su juicio destruirá. En versículos 5-9, Jehová mismo se dirige al Siervo, porque el ministerio del Siervo es apoyado por toda la majestad y omnipotencia de Dios. Por un lado, las promesas: «te tendré por la mano», «te guardaré», «te pondré por alianza del pueblo, por luz de las naciones». Por otro, los propósitos: para abrir ojos de ciegos, librar a los presos, sacar de las tinieblas. En fin, los judíos y los gentiles son bendecidos en él (v. 6)-.

2. El Siervo de ]ehová y su obra. Oímos la voz del Siervo testificando de cómo ha sido llamado a su obra. Hay una maravillosa asociación de Israel como el Siervo, con Cristo en la misma relación. Él es el representante de la nación. Las palabras del v. 1, solamente podrán aplicarse al Hijo de Dios, quien vino del Padre para ser el Salvador del mundo: es a Cristo, pues, y no a Israel, que se refieren (véanse, vv. 5-6; Hechos 13:47). La evangelización de los gentiles está por delante y las naciones son llamadas a escuchar. Vemos, luego, que el Siervo está entristecido por el aparente fracaso de su obra; se ha sacrificado sin ver fruto. Sin embargo, su confianza en Jehová es firme y por medio de Él, Israel, a pesar de fracasos pasados, ha de realizar su alto destino. El Siervo se da cuenta de lo difícil de su tarea, que él sería rechazado por su propia nación, pero su obra se ha de extender lejos, aún hasta lo postrero de la tierra. Su nación le aborrece y sus príncipes le rechazan; sin embargo, reyes se levantarán de sus tronos y le darán homenaje y adoración.

3. El Siervo de Jehová y su obediencia y confianza. Tenemos aquí en las palabras del mismo Siervo una descripción de su testimonio y obediencia como el Enviado, y de sus sufrimientos y vindicación. El mensaje que el Siervo entrega es recibido de Dios mismo; vemos al perfecto siervo leyendo, ponderando y meditando en la Palabra de Dios, pues  se levanta de mañana a fin de escuchar la voz viva que habla desde sus sagradas páginas. Se trata del Verbo eterno, hecho carne y, sin embargo, como niño Lucas 2:52 y como hombre perfecto, es la santa Palabra que dirige sus pasos; hay perfecta consagración a la voluntad de Dios (v. 7). En  49:1-6, vimos que él supo que su camino tendría dolor y sufrimiento; aquí vemos algunas de las formas de la pena, cuya intensidad llega a su colmo en el capítulo 53. Tenemos algunos de los aspectos físicos de su dolor (v. 6). Puso su rostro como pedernal y culminó en la senda solitaria que le llevó a la cruz, donde nuestros pecados le hirieron más terriblemente aún que los crueles latigazos que hicieron surcos en su sagrada espalda. Pero entre el Siervo de Jehová y su «Señor Jehová» hay perfecto acuerdo (v. 7-9), y aquel que murió, resucitó, por lo que no sólo su vindicación fue completa Romanos. 8:31-39, sino que, aquellos que pelean contra él, son comparados a vestidos viejos, comidos por la polilla, una figura de la lenta pero segura destrucción.

4. El Siervo de Jehová, el oprobio que sufrió, la ofrenda de sí mismo por el pecado y su triunfo. En esta porción, tenemos un cuadro completo y perfecto de la vida, servicio, sufrimientos y triunfo del Siervo de Jehová.

        En el cap. 52:13-15, hay un sumario de lo que tenemos en el cap. 53; se trata del triunfo, los sufrimientos y la exaltación del Siervo, mirado desde el punto de vista divino. Tenemos al Siervo singular y sin par, el Siervo sufridor y el Siervo soberano; hay como dos altas cimas, y, entre ellas, el valle de la profunda humillación de la cruz. El desfiguramiento del Siervo pasmó a muchos, pero la manifestación futura de su gloria ha de pasmar a naciones enteras. Luego, el cap. 53 nos hace ver su ministerio rechazado, su muerte expiatoria y su triunfo y exaltación. El capítulo se une a los versículos anteriores y es bien posible que el día no esté lejano cuando los reyes de la tierra cerrarán sus bocas, mudos ya de espanto ante la epifanía de Cristo. Entonces entenderán  los judíos que rechazaron a Cristo, y harán la confesión de arrepentimiento sincero de que todo el tiempo, y sin darse cuenta, habían rechazado a Aquel que subió como un renuevo delante de Jehová, el Mesías, el Hijo de David, aunque fuera como raíz de tierra seca; ellos le despreciaron, pero todo el tiempo él fue su Mesías y fue herido por sus rebeliones y llevó sobre Sí la carga de su pecado.

        Sus sufrimientos eran voluntarios y vicarios, había un juicio ficticio y luego fue cortado de la tierra de los vivientes. Aquel que murió entre dos ladrones, fue sepultado con los ricos; a aquel santo cuerpo no le fue permitido ver la corrupción.
Los últimos tres versículos nos hacen ver la experiencia íntima del alma de Cristo; son palabras que espantan y que demandan suma reverencia al mirarlas. Nos referimos a los versículos 10 y 12, que hablan del trato de Jehová con su Siervo; judicialmente en su muerte, y, luego, compensador. El versículo 11, habla de la satisfacción de Cristo mismo por los resultados de su sacrificio y sus efectos, visto por su gracia justificadora. «Verá linaje y vivirá por largos días»; (v. 10): un israelita estimaba como los más grandes favores de Dios, dos cosas: tener una posteridad numerosa y vivir él mismo para verla.

        Aquí vemos el gozo del Señor en ambas de estas cosas. Su vida de resurrección y su gozo al ver las multitudes innumerables de sus redimidos de entre los judíos y los gentiles. Las porciones que hablan del Siervo de Jehová terminan con entregar los frutos de la victoria al Siervo que nunca se agradó a sí mismo, sino que en todo hizo la voluntad de Aquel que le envió. Nosotros terminaremos este pequeño estudio, viéndole aún intercediendo por aquellos cuyos pecados llevó sobre sí en la cruz (v. 12). Vino del Padre y volvió al Padre habiendo hecho posible, por su obra como el Siervo de Jehová, el cumplimiento de los propósitos divinos para con la humanidad y para con el mundo.

 

Walter T. Bevan.
Publicado en la Revista Mentor nº 40. Julio-Septiembre 1956.