Sábado, 02 Diciembre

 Génesis 14,Salmos 110,Hebreos 4:14,Hebreos 8:7

         Muchas son las personas con quienes tropezamos en el Antiguo Testamento que simbolizan al Señor Jesucristo, pero pocas -por no decir ninguna- tienen registrada su historia en tan breves palabras como Melquisedec. Aparece sorpresivamente en la escena en Génesis. 14:18, y en tres versículos se dice todo acerca de él.

        Su repentina aparición tiene un propósito que no deberá pasarse por alto. Porque ese mismo libro de Génesis es el de "principios" o de "comienzos". En él se trazan las líneas de descendencia de los nombrados que son los "comienzos" de la raza humana y de determinadas líneas. Adán engendró a Caín cuya línea se traza hasta Lamec. Engendró también a Set, cuyos sucesores se nombran hasta Noé a quien, con su familia, salvó Dios del diluvio. Se registra la generación de Noé, nombrando, hasta determinados puntos, los descendientes de dos hijos suyos, Jafet y Cam. Luego, después de nombrados los hijos del otro hijo, Sem, se traza en el capítulo once la generación escogida de Sem hasta Abram, cuyos descendientes son registrados también en el libro hasta los hijos de Jacob - los hijos de Israel. Como ya se ha dicho, el libro es uno de comienzos y de generaciones. ¿Qué significa, pues, la inesperada aparición de Melquisedec, cuya genealogía y cuya generación no se inscriben?

         Hay mucha verdad encerrada en los tres versículos de su historia. El Espíritu de Dios no deja librado a nuestra imaginación lo que representa Melquisedec, pues, en el Salmos 110 y en la Epístola a los Hebreos, amplifica el sentido y pone en descubierto lo escondido. En Hebreos, es materia de comentario la repentina aparición de Melquisedec, como asimismo la falta de mención de su muerte: “Sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, pero hecho semejante al Hijo de Dios” Hebreos. 7:3. Esto explica la falta de constancia en el libro de Génesis, de su genealogía y de su generación, es con el fin de que aparezca Melquisedec como gran símbolo de aquel que había de venir, el Señor Jesucristo, quien viniendo a este mundo, a pesar de nacer de la Virgen María cual Hijo de Hombre,  es el eterno Hijo de Dios, sin principio de días y sin fin de vida.

          En Génesis, Melquisedec está presentado con sus títulos: "Rey de Salem" y “Sacerdote del Dios Altísimo". Según la etimología, su nombre significa: "Mi Rey es justo", y esto se confirma por lo que se lee en Hebreos 7:2. Primeramente, él se interpreta "Rey de justicia". Luego, su primer título: "Rey de Salem" se nos interpreta en el mismo versículo: "Rey de paz". y su otro título está corroborado en el versículo primero del mismo capítulo: "Sacerdote del Dios Altísimo".

         La aparición de Melquisedec fue muy oportuna para Abram, como lo fue también su ministerio.  Abram había de ser puesto a prueba después de haber tenido gran éxito en la derrota de los cuatro reyes. Melquisedec, al sacar el pan y el vino, ofrecía a Abram la oportunidad para tener con él comunión, y por la participación Abram fue fortalecido. Además, Melquisedec le bendijo. Y así preparado, Abram pudo afrontar la tentación, respondiendo al rey de Sodoma, en palabras bien escogidas y enérgicas: "He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram" Génesis 14:22-23. El hombre llamado de Dios y apartado para Dios, rehusó participar con el hombre del mundo de las riquezas tentadoras de las ciudades de las llanuras.

          Pero la historia de Melquisedec está escrita con el fin de traer delante, en figura, algo que había de suceder siglos después. En verdad, hasta el día de hoy, no tiene todavía su cumplimiento, sino sólo en parte. Aún queda para días futuros lo que resta.  Génesis 14:18 es el lugar donde por “primera vez en las Escrituras, se halla el título "Sacerdote", y es de notar que allí este título está unido con el de realeza, "Rey de Salem". Durante la larga historia del pueblo de Dios -el pueblo de Israel- nunca se lee de semejante unión. Los sacerdotes eran de la tribu de Leví y de la familia de Aarón; mientras los reyes eran de otras tribus, en particular de la tribu de Judá, y de la familia de David. Nunca fueron unidas la mitra y la corona. Pero, he aquí, en la primera mención de sacerdote, la misma persona también es rey, lo cual constituye la condición ideal, el sacerdote que actúa para el hombre en asuntos relacionados con Dios Hebreos. 2:17, y el rey que es ordenado de Dios Romanos. 13:1, para gobernar al hombre en justicia."

          La Epístola a los Hebreos atestigua que el Señor, Jesús ya ha entrado "dentro del velo" como “sumo sacerdote según el orden de Melquisedec” Hebreos. 6:20, y: "tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no hombre" (He. 8:1-2). Allí está sentado  cual Pontífice. No ocupa todavía su trono cual Rey. "Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies" Hebreos. 10:12-13. Viene acercándose el día cuando el Señor vendrá en gran poder y gloria. Entonces ocupará el trono suyo, el trono de su gloria Mateo. 25:31, y se manifestará cual Rey que reinará en justicia (Melquisedec, "Mi Rey es justo") y en paz (Rey de Salem, "Rey de paz"). "Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto" Isaías. 9:7

          No se lee nada en las Escrituras acerca de las actuaciones sacerdotales de Melquisedec. Por tanto, el Espíritu Santo se vale de las actuaciones del sacerdocio levítico para enseñar las que sean del Gran Sacerdote celestial. En la Epístola a los Hebreos, se aclara que Aarón, sus hijos y sus sucesores, como asimismo el tabernáculo, sus muebles, sus sacrificios y sus ordenanzas, todos eran bosquejo y sombra de lo celestial, de lo que Dios hubiese mostrado a Moisés en el monte. Por tanto, para la mente finita de los humanos, Dios hace referencia a estos bosquejos y sombras, con el fin de hacer al hombre  comprender, aquí en la tierra, lo que en los cielos es mejor, -aún la sustancia-, el mejor sacerdote, el mejor santuario, el mejor sacrificio, el mejor pacto, todo relacionado con aquel de quien Dios da testimonio: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec " Hebreos. 5:6.

          En He. 7:4, y los versículos sucesivos, se llama la atención a la grandeza de Melquisedec. Pero en el versículo tres se hace mención de que Melquisedec fuera "hecho semejante al Hijo de Dios". No cabe duda de que la realidad es superior a la semejanza, y es propio que el capítulo siga hasta su declaración culminante: "La ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre" Hebreos. 7:28. El Señor Jesús, por lo tanto, está presentado en su sacerdocio como aún superior a Melquisedec que recibió de Abram los diezmos, y que en Abram recibió los diezmos de Leví, de Aarón y de sus sucesores. Tal es nuestro Sumo Sacerdote. "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión" Hebreos. 4:14.

 

 

Tomás Lawrie
Publicado en la Revista Mentor nº 40. Julio-Septiembre 1956