Números 21:4-10
"Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce y vivía.”
Este conocido incidente que ocurrió cuando el pueblo de Israel marchaba por el desierto, después de haber salido de Egipto y antes de entrar a la tierra prometida, nos ofrece un tipo sumamente interesante e instructivo de la obra del Señor Jesús sobre la cruz y del camino de la salvación. En sus siete versículos se nos indica de una manera clara y evidente el sacrificio cruento del Cordero de Dios y sus resultados benéficos a favor del pecador. Tampoco tenemos duda alguna acerca de su interpretación, pues el Señor dijo a Nicodemo: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3:14-15. Como se trata de uno de esos casos en que Cristo nos declara de "las Escrituras lo que de Él decían” Lucas 24:27, conviene que examinemos en detalle esta terrible experiencia del pueblo de Israel que nos señala nuestra condición espiritual por naturaleza y por práctica y que pone en evidencia la maravillosa intervención de Dios, por medio de su Hijo, a nuestro favor con el fin de poder ser "el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" Romanos. 3:26, porque solamente así era posible que hubiera para nosotros perdón de pecados, salvación y vida eterna.
Pecado: Comienza el incidente con el pecado del pueblo. Habían sido librados de la esclavitud de Egipto por el brazo fuerte de Dios. El había vencido delante de ellos a sus enemigos, los había sustentado, alimentado y protegido. Sin embargo, "habló el pueblo contra Dios y contra Moisés" (v. 5). Olvidándose de sus muchos beneficios y de la esclavitud de antes, murmuraban y se rebelaron contra Dios. De veras nada les faltaba. pero sus corazones se apartaban de Él y no se acordaron de amor y bondad. Es la condición de todo hombre y toda mujer, "por cuanto todos pecaron" Romanos. 3:23.
Muerte: El castigo de su pecado no se hizo esperar, y “la paga del pecado” es siempre "muerte” Romanos. 6:23. Las serpientes ardientes son figura del pecado, y los resultados funestos de su mordedura eran inevitablemente la muerte: la muerte inexorable para todos los enfermos, sin distinción de personas ni de categorías. Es precisamente lo que tenemos en la carta apostólica, que afirma que "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" Romanos. 3:23 . ¡Cuán terrible es el pecado! Es urgentemente necesario que se reconozca su realidad, su peligrosidad y sus consecuencias mortales, a fin de recurrir al único remedio que existe para contrarrestarlo.
Arrepentimiento y Confesión: Solamente hay esperanza para nosotros cuando llegamos al convencimiento de nuestro pecado. Mientras resistimos a las evidencias de ello y pretendemos defendernos contra las demandas de un Dios santo, seguiremos en nuestro estado perdido y moribundo. Para el hijo pródigo, únicamente había posibilidad de recuperación cuando estaba dispuesto a decir de corazón: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" Lucas 15:18, y también para el pueblo de Israel se abrió la puerta de escape cuando confesó: "hemos pecado" (v. 7). Así Pedro exhortó a sus oyentes en Jerusalén "arrepentíos y convertíos" Hechos 3:19. No puede haber perdón de pecado sin el arrepentimiento de él por parte del pecador.
Juicio del Pecado: El pecado debe ser juzgado y castigado con la muerte. La clave de todo este incidente se encuentra en el versículo nueve, donde Dios entrega al pueblo su remedio por su estado, que debía ser "una serpiente de bronce" alzada sobre el asta de una bandera. Nuevamente la serpiente es figura del pecado, y el metal, del juicio ver el altar de metal en Éxodo 27:1-8 y en esta forma sencilla y gráfica se nos enseña que únicamente por medio de una obra de expiación puede haber salvación para el pecador. La sentencia de muerte que Dios ha pronunciado sobre el pecado debe cumplirse indefectiblemente, o en la persona del pecador o en la persona de un sustituto que cargue con sus pecados y muera en su lugar. Tal el dilema tremendo que confrontaba al amor de Dios, y que fue resuelto a su entera satisfacción por "Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios" 1 Corintios. 1:24 sobre la cruz del Calvario, cuando Él fue levantado "como Moisés levantó la serpiente en el desierto" Juan. 3:14, llevando "nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" 1 Pedro 2:24. Allí, El "que no conoció pecado" fue hecho "pecado por nosotros", porque solamente así podríamos nosotros ser "hechos justicia de Dios en 2 Corintios 5:21 . Este es el significado bendito de la serpiente de metal sobre la bandera: Cristo sobre la cruz soportando el juicio de nuestros pecados y muriendo en nuestro lugar, base única del perdón y de la paz del pecador culpable, pero arrepentido.
Obediencia: Con haber colocado la serpiente de bronce sobre la bandera, Moisés había cumplido con el mandato divino; ahora, correspondía al pueblo aprovecharse de la salvación provista y obedecer a la palabra de Dios de mirar y vivir ( v. 8). En caso de desatender a la voz de Dios, y despreciar el remedio fácil y accesible a todos suministrado por Él, morían indefectiblemente. Para vivir había que mirar. El señor Jesús dijo que era necesario que Él muriera por el pecador, "para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan. 3:16. Sin esta fe en Cristo no hay vida eterna, sino perdición eterna, de la misma manera como para el mordido del pueblo de Israel no había curación aparte de la invitación de la gracia de Dios de mirar y vivir. Desde lo alto de la cruz, la voz de Aquel que expió por el sacrificio de sí mismo nuestros pecados, resuena por todo el mundo: "mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra" Isaías 45:22
Publicado en la Revista Mentor n.º 41. Octubre – Diciembre 1956