El renuevo por Jorge Mereshian

– Isaías 4:2; Isaías 11:1; Isaías 53:2; Jeremías 23:5; Jeremías 33:15; Zacarías 3:8; Zacarías 6:12 –
 
        Dios se vale de cualquier figura con significado sugestivo y valioso para traer ante nuestra consideración las hermosuras de Su Hijo, con el propósito de que Él sea más y más precioso para nuestros corazones, y nuestra alma sea enriquecida con un conocimiento más amplio de Su persona gloriosa.
        Estas figuras abundan en el Antiguo Testamento y cada una de ellas nos da un vistazo de un aspecto diferente de las glorias del Amado. Una sola figura sería insuficiente para ayudarnos a contemplar las inagotables riquezas y perfecciones de Su persona, cuyo nombre es Admirable y Maravilloso.

        El Renuevo es una de esas figuras escogidas por Dios para engrandecer ante nuestra contemplación la imagen de su bien amado Hijo. Contemplemos este cuadro desde sus cuatro ángulos para apreciar algo de su incomparable hermosura:

1. Vástago de David: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces» Isaías 11:1. Aquí se contempla el surgimiento inesperado de un brote desde un tronco cortado y aparentemente ya seco y raído. Tal era el nacimiento del Señor Jesús. La familia de David era, humanamente hablando, como un árbol derribado y cortado de su tronco, sin ninguna esperanza de que volviera a reverdecer. En Lucas 2, vemos a José y a María, en extrema  pobreza, a pesar de que ambos descendían de la familia real de David. Humanamente, nadie podía ver en ellos ninguna dignidad real, pues no había para ellos lugar en el mesón y el Niño que naciera fue envuelto en pañales y recostado en un pesebre.

         La pareja era tan pobre que, para presentarse luego en el Templo para ofrecer la ofrenda de alabanza de 1a madre, sólo pudieron llevar la ofrenda de los pobres, un par de tórtolas. La venida de aquel Niño era inesperada y contra toda expectativa humana, pues aún José estuvo un tiempo turbado y confuso al respecto. Pero, aquel brote, desde el tronco de Isaí (nombre del padre de David), que surgía no de José sino de María (quien descendía de Natán, hijo de David) por virtud del Espíritu Santo, era nada menos que el Hijo del Altísimo en su encarnación, con derecho al trono de David su padre Lucas 1:32 y fue anunciado por el ángel desde el cielo: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” Lucas 2:11. Pero el texto en Isaías. 11:1 sigue diciendo: «y un vástago retoñará…». El vástago es un brote más robusto y 1a palabra «retoñará” significa un resurgimiento más poderoso. Este ángulo del cuadro demuestra primeramente el surgimiento de una vara delicada que luego es quebrada en su crucifixión, pero desde las raíces vuelve a surgir, con poderoso empuje en la resurrección de los muertos, el vástago potente, inquebrantable, que llega a su desarrollo pleno y glorioso, sobre quien reposa el Espíritu de Jehová, desplegando un carácter y hermosura perfectos en los frutos mencionados en el v. 2. Este Vástago alcanza gran fama, a pesar de que fue despreciado y desconocido antes, pues “estará puesta –la raíz de Isaí- por pendón a los pueblos, será buscada de las gentes; y su habitación será  gloriosa» Isaías. 11:10.

        Los soberbios cedros del bosque serán derribados y humillados Isaías 10:33-34, pero el Vástago de la raíz de Isaí, el Varón de la diestra de Jehová, será de fama y hermosura perpetua en el paraíso de Dios.

2. Renuevo de tierra seca Isaías. 53:2 : «Subirá cual renuevo delante de Él, y como raíz de tierra seca». Ahora el cuadro se contempla desde arriba y nos dice lo que Dios vio en aquel Renuevo que subió delante de Él, y ante sus ojos. Llegará el día cuando el pueblo rebelde confesará con arrepentimiento y dirá: «No hay parecer en Él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos». Sí, Él fue «Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores…» Isaías 2-3. Pero los ojos de Dios vieron con delicia surgir aquel Renuevo delicado  como un brote tierno desde la tierra seca. Su juventud tierna y su humanidad pura y de incomparable hermosura moral, eran, a los ojos complacidos de Dios, como una planta verde y lozana, en contraste al estado ruin y seco de la nación en su condición de esclavitud política y espiritual.

3. El Renuevo de Jehová  Isaías 4:2 «En aquel tiempo”, señala un futuro brillante en los planes de Dios. Aquella planta tierna en los días de su humillación, en aquel tiempo será «El Renuevo de Jehová» y «El fruto de la tierra», una doble descripción que habla de la deidad y humanidad del Mesías en su majestad y gloria. Él será revelado con “hermosura y gloria». Literalmente, las mismas dos palabras describen las vestimentas sacerdotales en {bible}Éxodo 28:2{/bible}. Así vestirá Dios a su Renuevo, coronado de gloria y honra, el Rey de reyes que, a la vez, será contemplado en dignidad sacerdotal. Rey y Sacerdote según el orden de Melquisedec. Pero también Él es llamado «el Fruto de la tierra» y, como tal, será “para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel».  El “grano de trigo” que cayó en tierra, ya nacido desde allí cual espiga, se manifestará en su desarrollo pleno, cargado de «mucho fruto» como resultado de su muerte, y se revelará ante el universo en su reino milenial, con majestad y esplendor.

4. Varón Renuevo Zacarías 6:12 El Vástago contemplado antes sugiere ahora un desarrollo cabal que se manifiesta como una planta, ya en flor, exquisita y primorosa, de imponderable hermosura. El título del Mesías como Renuevo se revela en tiempos humillantes del pueblo, su cautiverio en Babilonia, y la reconstrucción del templo en Jerusalén en tiempos difíciles. En Zacarías 3:8, Él es llamado «mi siervo, el Renuevo», y en Jeremías 23:5 y Jeremías 33:15, «Renuevo de justicia», quien hará «juicio y justicia» sobre la tierra. Juicio, como Rey sobre el trono de David, y Justicia, como Pontífice en el templo. En Zacarías 6:12, este título figurativo del Mesías, despliega un valor excelente. La visión fue entregada en una ocasión significativa. Tres peregrinos vienen desde Babilonia, Heldai, Tobías y Jedaías, trayendo donaciones de oro y plata, de parte del pueblo en Babilonia, para el templo en reconstrucción. Dios manifiesta su agrado por la ofrenda traída, aunque hace notar que, en vez de enviar regalos para el templo, el pueblo mismo debería de venir saliendo de Babilonia.

        Con el mandato de Dios, se hacen dos coronas con el oro y plata, y simbólicamente, Josías el gran Sacerdote, es coronado con ellas. Una de las coronas simbolizaba la soberanía, y, la segunda, el sacerdocio, las dos divinidades revelados en una sola Persona Salmos 110:4. Luego, Dios hace notar que Josías, así coronado con dos coronas, sólo simbolizaba al “Varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces (desde la familia real de David) y edificará el templo». Más allá de la reconstrucción del templo por Josías y Zorobabel, sería edificado un templo más glorioso por el Mesías, Rey y Sacerdote. “Él llevará la gloria» de ambas dignidades: “dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado», y agrega: “y consejo de paz habrá entre ambos». En la maravillosa Persona del Renuevo, se combinarán con perfecta armonía los dos oficios, que jamás hombre alguno pudo  ostentar, salvo el caso de Melquisedec. Cuando Ezequías rey pretendió tener facultad sacerdotal, fue herido con lepra, pero, en la Persona del Mesías, los dos oficios serán desplegados con armonía y habrá consejo de paz entre los dos.

        Luego se ve, por el v. 14, que las dos coronas eran depositadas «como memoria en el templo de Jehová», en señal del cumplimiento seguro de la visión, y, en el v. 15, se nos dice «los que están lejos vendrán». Ya el pueblo de Dios no permanecerá más en Babilonia y acudirá presto a Jerusalén para plegarse al Mesías, pues oirán obedientes su voz y sabrán que Él es «Jehová nuestro Dios». Ahora Israel no oye su voz. El pueblo que en aquel entonces quedó en Babilonia, representa a Israel en desobediencia e incredulidad en esta dispensación. Pero pronto vendrá el día, cuando TODO Israel será salvo, redimido por su Mesías y reunido a Su Persona.

        Todo lo que Israel espera en el futuro es la porción presente de la Iglesia en esta dispensación, pues El Varón, cuyo nombre es Renuevo, es ya reconocido como nuestro Sacerdote y Rey, gozándose la Iglesia de toda la plenitud de Su Persona admirable. En Zacarías 6:15, para su pueblo Israel, concluye: «Si oyereis obedientes la voz de Jehová vuestro Dios» , por lo que, saliendo de los sistemas babilónicos, se congregarán, con sencilla obediencia, a su Nombre.

 

Jorge Mereshian. Adaptado 

Publicado en la Revista Mentor Nº. 41. Octubre-Diciembre 1956

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