Una oración misionera por Miguel Leccese

“Dios tenga misericordia de nosotros, Y nos bendiga; Haga resplandecer su rostro sobre nosotros”
 Salmos 67
         Así comienza la oración manifestando deseo y necesidad de corazón, de estar llenos de tales bendiciones.  ¿Qué los mueve al desear y procurar estar tan bien equipados? Continúa:  «Para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación”.

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Su Ternura

          ¡Cuán admirable en todo es nuestro Salvador! “Fragancia exhala su vida aquí, olor de santidad”. El aroma de “sus suaves ungüentos” cautivará al creyente y atrae a los que aún no han llegado a conocerle. Entre sus múltiples virtudes se destaca ésta, que necesita varias palabras para expresarse en nuestro idioma. La versión moderna (2 Corintios 10:1) emplea el término “dulzura”, y en otras se traduce amabilidad, blandura, clemencia, equidad, moderación. Es algo inefable, que caracteriza al Hijo del Hombre en su trato con los demás, la expresión de su innata humildad y mansedumbre, que nunca raya en debilidad. Conservando su sentido de perfecta justicia, se acomoda a los humildes: no insiste en la “letra” de la Ley, que mata, mas manifiesta su espíritu que vivifica. Por su condescendencia y longanimidad, conquista en vez de condenar al pecador. [Seguir leyendo…]